¿Qué es Café y Letras?

Café y ordenador de escritor
Un buen café y un ordenador para plasmar los pensamientos

¡Bienvenido!

Café y Letras es mi espacio literario donde quiero publicar mis reseñas de libros, artículos relacionados con la literatura y mis novedades como escritor. Café y letras son dos cosas que no pueden faltar en mi vida. Dos elementos que han estado presentes en mi vida desde hace mucho tiempo.

He creído conveniente dotar este espacio con un nombre relacionado con el arte de escribir y que, algunos de nosotros, lo hacemos en compañía de un buen café.

Letras - en cualquier ámbito

Siempre he estado rodeado de letras, ya no solo por mi rol de escritor, también porque antes de serlo, fui lector. Mi infancia lo copaban los tebeos y los libros infantiles. Siempre he admirado un buen libro y ya desde crío, pensaba en los libros que leería de adulto.

Hoy leo infinidad de contenido, ya no solo libros y buenas obras literarias, también artículos, noticias y divulgaciones. Cuando empiezo un libro, me abstraigo del mundo que me rodea y me enfurece cuando me sacan de él constantemente.

Pero también soy escritor. Adoro escribir y disfruto del proceso. La planificación, organización, la investigación previa, la constatación de hechos y datos.

Luego me recreo cuando expongo todas esas ideas sobre el teclado y cuando me pongo a ello, los dedos vuelan rápidamente, huyendo de cualquier distracción que ose frenarlos.

Escribir quiere ser la espina dorsal de mi vida y pretendo que todo gire en torno a ello. Sin exagerar, que todo gire alrededor. Vivir de escribir es posible.

Café - sin importar cómo

Desde adolescente que llevo siendo consumidor de café. Comencé consumiendo sin tener claro si podría acostumbrarme a su sabor, y ahora forma parte de mi naturaleza.

Mi condición de cafetero ha ido madurando a la par que mi capacidad narrativa: empieza siendo impuro, poco preciso y atentando contra la naturaleza propia del mismo concepto que digo amar. Pero a medida que pasan los años, voy cambiando, probando cosas nuevas, evolucionando.

Mi café acuoso, repleto de leche y cucharadas de azúcar, salía de la infame bestia de una cafetera eléctrica que filtraba un café torrefacto, molido y envasado. Un vaso de cristal guardaba su calor volcánico y su sabor dulce me parecía liviano y poca cosa.

Con el tiempo, el café quiso ser más oscuro y amargo. Con leche igualmente (siempre leche), pero esta vez sin azúcar. Su atrevido carácter salía del alma de una cafetera de Moka, cuya rosca aprisionaba el agua en ebullición para ser infusionado violentamente contra el embudo.

Ahora, el café se ha vuelto negro como la noche, desprovisto de cualquier otro elemento que ose atentar contra él. Nada de leche, nada de azúcar. Solo café prensado. Ahora molido al instante por un molinillo de sonido estridente que logra enaltecer su sabor, dotándolo de cuerpo y mucha alma.

Su mejor versión la provee una modesta cafetera barista, que la dota de cremosidad y viscosidad. Un café amargo, poderoso y recién hecho. Natural, caliente, perfecto.

Café y Letras - con mucho sentido

Mi respeto por la ortografía era tan infame al principio como los cafés que tomaba. Pero a medida que iba madurando la disciplina, también lo hacía el paladar. Ya no importaba escribir cualquier cosa, importaba la calidad. Como el café, ya no se trataba de tomar muchos cafés para sentirme satisfecho, se trataba de tomarme un señor café.

Amo escribir porque amo las letras, y diré que en cualquier ámbito. Sea escribiendo, leyendo, narrando o redactando. Lo mismo pasa con el café, lo adoro: su proceso, las cafeteras que lo dotan de carácter, los granos que se desgasifican, las diferentes maneras de conservarlo fresco y rico.

Para mí, escribir es trascender. Tomar un café, es enlazar vínculos.

Si adoras las letras y disfrutas de un buen café, deberíamos ser amigos.